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Abuso de periodistas

Exigen renuncia de Nicolás Alvarado a TV UNAM por desdén clasista hacia Juan Gabriel

Homo Zapping

Monitoreo informativo

30 de agosto de 2016

A raíz de la publicación de su artículo “No me gusta Juanga (lo que le viene guango)”, donde manifiesta su desacuerdo con la música y letras de las composiciones de Juan Gabriel, cerca de tres mil personas firmaron una carta exigiendo la renuncia de Nicolás Alvarado, director de TV UNAM.

“Creo que a estas alturas no necesito acreditar el respeto que me inspiran ciertos productos de la televisión comercial ni mi afinidad por la cultura gay. Mi rechazo al trabajo de Juan Gabriel es, pues, clasista: me irritan sus lentejuelas, no por jotas sino por nacas, su histeria no por melodramática sino por elemental; su sintaxis, no por poco literaria sino por iletrada. Y sé que la pérdida es real y que es enteramente mía. Pero condicionado como estoy por mi circunstancia, no puedo dejar de reaccionar como reacciono”, sostiene el funcionario de la UNAM.

Unas horas después en la página web change.org se lanzó la petición “Queremos a Nicolás Alvarado fuera de TV UNAM”, que ya fue firmada por más de tres mil personas.

Nicolás Alvarado fue designado el pasado 18 de enero como director de TV UNAM por el rector Enrique Graue, en medio de una polémica porque venía de trabajar en Televisa.

En el texto dedicado a la figura de Juan Gabriel, Alvarado despliega una serie de observaciones y críticas a la música y composiciones del cantautor recientemente fallecido, al que califica de letrista “torpe” y “absurdo”.

“Acaso extrañe el hecho a algunos, y particularmente a quienes me conocen. Porque dirijo un medio de comunicación, pero uno público y universitario, que no suele ocuparse de las noticias de farándula. Y, sobre todo, porque bien saben mis allegados que nunca me ha gustado Juanga: jamás fui a verlo en concierto (muchos atribuyen a ello mi reticencia a su trabajo), si hay discos suyos en mi casa –sólo dos: el álbum doble del concierto en Bellas Artes– es porque son propiedad de mi mujer, y conozco apenas unas pocas de sus canciones que, confesaré, me han bastado para identificarlo como uno de los letristas más torpes y chambones en la historia de la música popular, todo sintaxis forzada, prosodia torturada y figuras de estilo que oscilan entre el lugar común y el absurdo”, se puede leer en su artículo.

 

Nicolás Alvarado y el ‘Noa Noa’ en TV UNAM

Homo Zapping

Jenaro Villamil

30 de agosto de 2016

El 30 de enero de 2016, con el título “Pide Renuncia de Alvarado en TV UNAM”, el periódico La Jornada publicó la siguiente carta firmada por Carlos Mendoza, profesor del CUEC-UNAM, director de Canal 6 de Julio, uno de los medios nacionales más prestigiados por la calidad de sus reportajes y documentales políticos:

Durante los años que Nicolás Alvarado practicó el periodismo cultural en Televisa se esmeró en hacer de sí mismo un personaje petulante y elitista, que rechazó toda noción de cultural con sentido social, y segregó muchas expresiones de aquellas corrientes artísticas y de pensamiento que no son de su agrado.

La trayectoria del citado periodista y escritor es incompatible con el cargo de director de TV UNAM para el que fue recientemente nombrado, puesto en el que la ley orgánica de nuestra universidad alienta una función social de la cultura. Algunas de las corrientes artísticas y filosóficas despreciadas por Alvarado están vigentes en ella.

Como profecía que en algún momento se cumpliría, la descripción de Carlos Mendoza sobre el “personaje petulante y elitista” la confirmó el propio Nicolás Alvarado en su desafortunado artículo periodístico titulado “No me Gusta Juanga (lo que me viene guango)”, publicado este 30 de agosto en Milenio Diario.

No me sorprendió su exhibición narcisista y su evidente envidia por el éxito de un artista como Juan Gabriel. Alvarado se ha caracterizado por su antipatía o, mejor dicho, su nula empatía social en sus distintas intervenciones profesionales. Muy su derecho.

Me sorprendió más la presunción y descripción de cómo preparó el programa de Observatorio Cotidiano, en TV UNAM, canal televisivo de la principal universidad pública de América Latina, para abordar el fallecimiento de Juan Gabriel y lo que esto representa para la cultura del país:

Así, desde la mesa del restaurante contacté –bendito WhatsApp- a José Luis Paredes Pacho, quien sabe de rigor intelectual pero también de idolatría pop, y quien conduce la emisión semanal dedicada a la cultura –a toda la cultura- en Observatorio Cotidiano, la barra de opinión de TV UNAM. Armamos un programa en caliente. Invitamos a Marco Hernández –extraordinario periodista cultural y conocedor de varias subculturas (sic), entre ellas la gay que es referencia obligada cuando se habla de Juan Gabriel-, a Uriel Waizel –que entiende de toda la música, de la más culta a la más indie a la más popular- y, vía telefónica desde Guadalajara, a Luis González de Alba, cuyas credenciales para ocuparse del tema son todas…

Así de sencillo. El director de TV UNAM nos dice que “cumplió” con una mesa de análisis y demostró una incapacidad infinita para conectar con el fenómeno social, mediático, musical, periodístico que se está produciendo en todo el país, en Estados Unidos, en decenas de ciudades de América Latina y en las propias aulas de la UNAM, aunque le venga guango Juan Gabriel.

Al final de su texto, Nicolás Alvarado pretende vacunarse con una retahíla de sandeces sin sentido del humor, típica de quien se siente superior a sus lectores (y colaboradores):

Mi rechazo al trabajo de Juan Gabriel es, pues, clasista: me irritan sus lentejuelas no por jotas sino por nacas, su histeria no por melodramática sino por elemental, su sintaxis no por poco literaria sino por iletrada. Y sé que la pérdida es real y que es enteramente mía. Pero condicionado como estoy por mi circunstancia, no puedo evitar reaccionar como reacciono.

¡Fantástico! Al director de TV UNAM le debe pagar el Estado un salario para presumirnos que le irrita Juan Gabriel por su clasismo y su mal disimulada homofobia interiorizada.

Con esta parrafada no fue extraño que Nicolás Alvarado se haya convertido en Trending Topic –sus quince minutos de infamia- y que en el sitio Change.org existan más de 12 mil firmas que en unas cuantas horas reclamaron su renuncia de TV UNAM.

Cito el párrafo final de la carta del cineasta Carlos Mendoza porque ahí está la clave del escándalo generado por Alvarado:

La UNAM es una institución plural, calidad que ha demostrado no compartir ni valorar el señor Alvarado. Por eso parece justo pedirle un acto de congruencia personal mediante su renuncia a la dirección de TV UNAM.

En congruencia también, no será mala idea ir a bailarle con lentejuelas al señor Nicolás el Noa Noa (No a Alvarado) frente a sus oficinas en TV UNAM.

 

Derecho de réplica

Juan Gabriel enfrentó y salió airoso de dos vetos de Televisa

Homo Zapping

Jenaro Villamil

30 de agosto de 2016

“Televisa no me vetó…yo veté a Televisa”, sentenció Juan Gabriel hace más de 20 años, a principios de los noventa, cuando ocurrió el primer desencuentro entre El Divo de Juárez y la empresa de los Azcárraga.

La molestia en contra del canta-autor más famoso desde ese momento fue originado porque participó en un evento de Univision, sin pedirle permiso a El Tigre Azcárraga que lo consideraba de su propiedad.

En una insólita rueda de prensa, Juan Gabriel aclaró entonces: “A México se le conoce por su música, por su historia, por su arte, no se le conoce por Televisa”.

No se le veía molesto. Más bien se le escuchaba sereno y contundente, algo extraño en el autor que evitaba hacer públicos sus desencuentros. En rueda de prensa, el mensaje de Juan Gabriel fue muy claro:

“La importancia y el respeto que merecen los artistas es tanto de la televisión como de la prensa y de la radio porque la pauta de lo que se canta y se toca es el artista. Al artista hay que protegerlo para darle ánimos…

“Claro que por ahí hemos tenido problemas, ellos, no yo, porque yo sin tener exclusividad soy exclusivo de ellos”, afirmó irónicamente.

“Antes que nada, yo soy mexicano y merezco respeto. A todos. Tanto a la radio, a la televisión como a ustedes.

“Si ellos se han portado ingratos conmigo, no veo yo por qué tenga que hacer la excepción, pero sí hay que enfatizar que las cosas deben marchar bonito, porque vivimos en un país de cambios, en un país artístico, lleno de cultura, de tradiciones, de costumbres y que debemos respetar a los artistas… A México se le conoce por su historia, por su arte, no se les conoce por Televisa.

“Son ingratos, eso sí…Eso es lo que puedo decirles…No soy el primero, pero yo les llevo ventajas porque fui el primero de aventarme la puntada de decir que yo los veté a ellos”.

Desde mucho antes, Juan Gabriel fue discriminado por Raúl Velasco, a pesar de que el conductor y negociante de Siempre en Domingo lo presumía en pantalla. En 1981, Televisa le hizo un homenaje por 10 años de su carrera.

El autor de más de 1,500 canciones no necesitó realmente de Televisa para internacionalizarse y menos para ser un ídolo de distintas generaciones y clases sociales.

En los primeros años de la presidencia de Emilio Azcárraga Jean comenzó la reconciliación con Juan Gabriel. En 2015 Televisa celebró las cuatro décadas de carrera del hijo adoptivo de Ciudad Juárez con el programa Mis 40 Desde Bellas Artes.

Sin embargo, la furia de Azcárraga Jr. volvió a caer en contra de Juan Gabriel porque él autorizó y supervisó la serie biográfica Hasta que te Conocí, producida por los estudios Disney y Telemundo, y transmitida en México por TV Azteca.

Juan Gabriel ni se inmutó con el nuevo veto de Televisa y la orden a todos los conductores de no mencionar al cantautor.

El domingo 28 de agosto, Televisa levantó la ley mordaza contra Juan Gabriel, no por gusto sino ante la imparable avalancha emocional en México y toda América Latina. Juan Gabriel volvió a romper el rating en las pantallas y en redes sociales.

Por fortuna, como él lo pronosticó, a los artistas se les conoce por su obra, no por Televisa. Y Juan Gabriel prevalecerá más allá de la arrogancia de Las Estrellas.

 

Labor periodística

La periodista y su trabajo; Aristegui otra vez

Homo Zapping

Antonio Salgado Borge

30 de agosto de 2016

Hace una semana, Aristegui Noticias dio a conocer que Enrique Peña Nieto plagió partes sustanciales de su tesis de licenciatura. Como era de esperarse, el impacto de esta revelación ha sido mayúsculo. Desde entonces el tema ha sido discutido ampliamente en diversos foros, y no han faltado las referencias a funcionarios de otras partes del mundo que terminaron renunciando ante revelaciones similares.

Si bien la inmensa mayoría de las críticas se han centrado, como es natural, en la calidad moral o legal del acto del Presidente, la narrativa ha tomado un curso inesperado en un sector de la opinión pública que ha cuestionado severamente la calidad de la nota dada a conocer por Carmen Aristegui. Este tipo de reclamos, a mi entender infundados, pueden girar en alrededor de dos ejes muy bien delimitados que de ninguna forma son excluyentes: la calidad del trabajo del medio en particular (Aristegui Noticias) y en la relevancia del mensaje (el contenido de la nota).

Me parece que quienes ponen en duda la calidad del periodismo de Aristegui en el caso de la tesis del Presidente –o retroactivamente a partir del mismo- cometen un error fundamental; a saber, consideran que el valor periodístico de un reportaje está determinado por su extensión o por las horas de laborioso trabajo de campo necesarias para concluirlo. Esto claramente no aplica para la mayoría de las empresas humanas: ciertamente, por mencionar algunos ejemplos evidentes, no es este el criterio que empleamos para valuar una obra de arte o un descubrimiento científico. Tampoco es el caso de que un paciente considere poco valioso el trabajo de un médico que, en escasos minutos, le ha diagnosticado acertadamente una grave enfermedad.

Pero es de llamar aún más la atención que se demerite el trabajo de Aristegui sin sopesar el papel que esta periodista ha jugado en años recientes en nuestra caótica (¿pre?) democracia. ¿Nos hubiéramos enterado de la “casa blanca” de Peña Nieto si no fuera por Carmen Aristegui? ¿Hubieran tenido espacio en los medios abiertos los casos de pederastia en la iglesia que durante años permanecieron intocados?¿Se hubiera sabido de la presunta red de prostitución del PRI en la Ciudad de México? ¿Tendríamos tantos detalles de la intervención de Televisa para doblar a nuestros legisladores y obtener reglas a modo? ¿Conoceríamos los plagios en la tesis del Presidente? La respuesta a todas las preguntas anteriores es la misma: es muy probable que no.

Desde luego que hay otros medios nacionales serios que han dado a conocer reportajes fundamentales. En esa lista es posible incluir a SinEmbargo, Animal Político, Reforma y Proceso; pero ciertamente estos se cuentan con los dedos de las manos. Es preciso reconocer que la mayoría de los medios en México no hace periodismo de investigación serio ni, mucho menos, crítico. Poner en duda el trabajo de Aristegui desde medios perezosos o alineados –como aquel que afirmó que “Aristegui es mucho más tramposa que Peña Nieto”- requiere una dosis de cinismo. No aquilatar como audiencia la importancia de contar con un medio con ese respaldo social e independencia puede derivarse de no insertarlo en nuestro real contexto.

Por otra parte, para algunos el verdadero punto débil de la nota sobre la tesis del Presidente no es Aristegui Noticias. Esta posición parte de la base de que el anuncio del reportaje levantó expectativas demasiado altas que luego no cumplió. Con ello se implica que el plagio es una noticia irrelevante o intrascendente. Esta posición se refleja con mayor claridad en bromas y sarcasmos –particularmente en memes en redes sociales-, como los que equiparan lo revelado con el descubrimiento de alguna travesura en preescolar y, de plano, anuncian la ruina periodística de Aristegui Noticias.

Admito que me ha costado trabajo entender que incluso personas que se dedican a la docencia, mediante bromas o memes, puedan minimizar que Peña Nieto haya plagiado buena parte de su tesis. El argumento para desacreditar esas posiciones me parece muy claro: A) El hoy presidente tomó 30% de su tesis de fuentes a las que no dio el crédito correspondiente. B) Tomar la producción intelectual de otros sin darles crédito correspondiente es una forma de robo -del mismo modo que tomar un bien material de un tercero sin su consentimiento lo es-. C) Intentar engañar a una institución respetable, como lo es la Universidad Panamericana, es hacer trampa. Eduardo Huchim, reconocido analista y editorialista de Reforma, incluso ha planteado la hipótesis de que el Presidente pudo haber encargado su tesis a un tercero. D) Tener la cara dura para decir, una vez que te evidencian, que no hiciste trampa, es intentar engañar sobre el engaño. 5) Los robos y los engaños lastiman el tejido social, por lo que, al menos según nuestras leyes, todos estamos de acuerdo en castigarlos.

  1. E) Si el Presidente robó de joven y engañó de joven es un problema y nos debe hacer cuestionar seriamente si sería más probable que se trate de una filosofía de vida que de un hecho aislado -además, era mayor de edad-. F) Pero, si queremos salir de la duda, basta con considerar que el Presidente engañó sobre el engaño cuando dijo, a través de su vocero, que no hubo plagio en su tesis; es decir, sostiene lo hecho entonces. Unos días después, un diagnóstico de la Universidad Panamericana confirmó el plagio. Finalmente, G) Si el Presidente defiende su robo y engaño, no ve nada de malo en ellos; ¿es ese el tipo de perfil que queremos que encabece el poder ejecutivo? ¿De verdad pensamos que no nos afecta que así sea?

El más reciente trabajo de Carmen Aristegui nos ha revelado un hecho del mayor interés público. Reclamarle por no haber expuesto todos los demás actos que deberían importarnos es poner la vara a una altura injustamente irrealista que siempre permitiría reclamar al periodista supuestos incumplimientos. Independientemente de lo que uno pueda simpatizar o no con la persona, es preciso reconocer la aportación a nuestra democracia que su valiente trabajo cotidiano representa. Dar los pasos para que trabajos periodísticos de esta naturaleza detonen transformaciones y sanciones institucionales relevantes es nuestro gran pendiente como sociedad. Aristegui nos ha cumplido de nueva cuenta.