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Libertad de expresión

Diagnósticos sobre libertad de expresión

La prensa en tiempos de don Porfirio

Excélsior

Leticia Frías

18/febrero/2016

 

Imaginemos la ciudad de México durante la última década del siglo xix: la vida transcurre lentamente, no sucede nada extraordinario y nadie tiene prisa. Los hombres pueden darse el lujo de pasar varias horas en los salones, gastando un real por cada copa de ajenjo, la bebida de moda entre los intelectuales, para discutir varios temas de actualidad, de los cuales, uno de los preferidos es si el nuevo siglo empezará el primero de enero de 1900 o de 1901…

 

El México del progreso

Por entonces, Francia era el centro cultural del mundo y en el México porfiriano resultaba indispensable hablar francés para demostrar refinamiento. De Francia se habían importado, como casi todo, los ideales de su Revolución: «Libertad, igualdad y fraternidad», así como el positivismo, la doctrina que había permeado todos los ámbitos de la sociedad mexicana: la economía, la política y la educación.

 

Durante esa época, México se había modernizado gracias a la introducción de los ferrocarriles, el telégrafo, la electricidad y, en 1900, del tranvía eléctrico en la capital.

 

El siglo xx se recibía con los vientos del progreso, con la farmacéutica de Ehrlich, el aeroplano de los Wright y el cinematógrafo de los Lumière. Se dejaban atrás décadas de luchas intestinas en pro de la libertad, en las cuales muchos países de América habían recuperado su independencia. La psicología era la ciencia del momento y, congruente con el positivismo.

 

En México se vivía una época de gran crecimiento económico, de esplendor cultural, de paz sin precedentes e, incluso, de importante desarrollo tecnológico.

 

Sin embargo, no todo era color de rosa, la neurosis de fin de siglo era la elevada incidencia de suicidios —¿tendría algo que ver el ajenjo?— y no faltaba quien acusara a la prensa de haberlos fomentado al describir la manera en que los desafortunados se quitaban la vida: se disertaba sobre cómo debía masticarse la píldora de cianuro, aspirarse el ácido carbónico, ahorcarse con elegancia o hasta darse un balazo sin dejar un escenario desagradable.

 

El cuarto poder

 

Por entonces, ya se consideraba a la prensa como el cuarto poder, a pesar de que solamente la décima parte de la población sabía leer y escribir. Cada semana aparecía un nuevo periódico o revista, aunque su editor sabía de antemano que podía fracasar.

 

Porfirio Díaz, en la presidencia desde 1876, no permitía que se le criticara y, para evitarlo, había puesto en vigor la política de «pan y palo».

 

Díaz intentaba pagar los halagos mediante algún subsidio a la publicación y para 1888 subvencionaba casi 60 periódicos en la república —el costo de esa medida equivalía al del Congreso de la Unión: un millón de pesos al año—. Así, El Imparciallogró consolidarse como una industria poderosa, adulando a don Porfirio y cubriendo sus páginas con anuncios para reducir el precio del ejemplar a dos centavos; mientras que la prensa de oposición estaba muy lejos de poder competir con ese precio —El Hijo del Ahuizote costaba doce centavos.

 

 

 

La libertad de prensa había quedado garantizada en la Constitución de 1857; pero en 1870 se aprobó la Ley de Imprenta, que castigaba los «abusos» de escritos «injuriosos, subversivos, sediciosos e inmorales»; que pretendieran trastornar el orden público, incitar a la desobediencia de las leyes o imputaran a los gobernantes defectos falsos u ofensivos.

 

La ley señalaba que las penas serían económicas; pero en la realidad iban desde la clausura del diario hasta el encarcelamiento del autor, del prensista, el tipógrafo, el cajista, los dobladores e, incluso, de los niños «papeleros» y a veces hasta la incautación de la imprenta.

 

La palabra torturada

 

Muchos escritores sufrieron torturas destinadas a silenciarlos y reprimirlos; en la Cárcel de Belén, una de ellas era el cajón del muerto. Éste era un recinto sin luz donde apenas cabía un ser humano en el que se encerraba al preso junto con un dedal lleno de chinches durante varios días. Otra tortura era la bramadera: un poste al que se amarraban las manos y los pies hasta que el dolor se volvía insoportable y los reos empezaban a «bramar».

 

Tras cada reelección de Porfirio Díaz surgían más periodistas opositores y, a pesar del gran éxito de El Imparcial, algunas de sus publicaciones alcanzaron un tiraje de varios miles de ejemplares, hasta que los autores fueron encarcelados y las imprentas confiscadas.

 

A los periodistas más «peligrosos» o reincidentes se les enviaba a las tinajas de San Juan de Ulúa; quienes tenían más suerte eran exiliados.

 

Tal fue el caso de Daniel Cabrera, dueño de El Hijo del Ahuizote1, un periódico «feroz e intransigente con todo lo malo», escrito en verso y en prosa irreverentes, con historietas de caricaturas mostrando al presidente armado con la «matona» para acabar con la Constitución y echando raíces en la silla de la dictadura.

 

 

 

En éste, el presidente era «el señor», «el tente tieso», «el caudillo», «el rey»; sus gobernadores «los virreyes»; la democracia era «la machetocracia», en tanto que deseaban un «México para los mexicanos», burlándose de todo lo que había que censurar, como las reelecciones de los diputados:

 

Ya va a ser la reelección

Y los pájaros azules

Desempolvan las curules

Del Congreso de la Unión.

Ya se hallan en oración,

Conciliadores y cojos,

Que postrándose de hinojos,

No dejan de murmurar

¡Un votito popular

Para la misa de flojos!

 

Hubo heroicos periodistas que quisieron conservarse independientes y afrontar el peligro, como Ordóñez, quien fue quemado vivo en Pachuca; Olmos y Contreras, que fue muerto a puñaladas en Puebla, y Valadez, quien fue asesinado en Sinaloa.

 

 

 

Todo esto fue lo que padecieron los periodistas en los tiempos de don Porfirio; sin embargo hoy, en el siglo xxi, creemos que, ahora sí, estamos montados en la nave del progreso, porque el mundo se ha poblado de cibernautas y hay hombres que han viajado al espacio; pero el debate respecto a cuáles deben ser los límites de la libertad de prensa continúa escuchándose, y los riesgos siguen acechando.

 

 

Libertad de expresión

 

Agresiones contra periodistas o medios

 

Anabel billeteaba periodistas para que se callaran la boca

 

El Universal

Ciro Gómez Leyva

18 de febrero de 2016

 

A las horas de que se encontrara el cadáver de Anabel Flores, el dueño del diario ‘El Buen Tono’ aseguró que meses atrás habían despedido a Flores por sus nexos con la delincuencia

¿Quién mata a los periodistas en México? pregunté aquí el martes, a propósito del asesinato de la veracruzana Anabel Flores Salazar. Corría una versión de que esta mujer de 27 años formaba parte de la estructura criminal en su región, pero el propio gobernador Javier Duarte pintó otra pista para presentarla como víctima de los criminales por los textos periodísticos que publicaba en Facebook con el seudónimo de Mariana Conteras.

A las horas de que se encontrara el cadáver de Anabel, el martes 9, el dueño del diario veracruzano El Buen Tono, José Abella, aseguró que habían despedido a Anabel meses atrás por sus nexos con la delincuencia. Ayer hablé con él. No imaginaba la dureza de sus afirmaciones.

—Claro que un periodista puede ser malandro —abrió fuego—. Hay muchos periodistas en Veracruz, y muchos en el país, que están bien metidos en la mafia. Pero no se les puede decir, porque parece que chocas con un taxista. Chocas con un taxista y te llegan 50.

—¿Anabel estaba metida en la mafia?

—Claro. He estado diciendo desde que me enteré que la mataron, que fue despedida del Buen Tono por estar metida en la mafia. ¿O que no sabes que todos los periodistas, sobre todo los que trabajan en la página roja, en la policiaca, antes de que entreguen sus notas a su periódico se las pasan al jefe de plaza para que sea él quien analice qué notas se van a publicar y qué notas no?

—Será en su plaza, en su periódico. No todos los periodistas hacen eso.

—Pues no todos, pero la gran mayoría están metidos, y no sólo aquí, en todos los estados pasa. Es una mugre el periodismo en este país. Y no quieras tapar el sol con un dedo. El periodismo en México está permeado por el narcotráfico, aquí y en la Ciudad de México, te guste o no te guste.

—¿Quiénes están metidos?

—Tú lees los periódicos y hay puras notas de choques, de pleitos de cantina, pero no ponen las notas de los secuestros que todos los días pasan. Vete a Tamaulipas, vete a Nuevo León, a San Luis Potosí y chécate cómo está el campo. Vete a investigar, para que no digas que soy hocicón. Es una simulación el periodismo, los periodistas no están poniendo lo que saben, lo que pasa realmente en México.

—Anabel Flores estaba ligada con los grupos criminales.

—Sí estaba ligada. Era la que se encargaba de pagarle a los periodistas para que se callaran la boca, a los periodistas de la página roja aquí en la zona de Córdoba y Orizaba.

—¿Ella se encargaba de eso?

—La mafia le daba dinero para que billeteara a los periodistas de la página roja para que no informaran lo que realmente acontecía en esta región. Cobraba piso, traía guaruras, andaba en una Jeep y ¿sabes cuánto ganaba? Seis mil pesos. Y su marido, o el papá de uno de sus hijos, era policía municipal de Ciudad Mendoza. ¿Sabes quién es hoy el jefe de plaza en Ciudad Mendoza? El hijo del director de la policía municipal, El Cachorro. Y ella andaba con un policía municipal de ahí. Un mugrero esto. Y todo México es igual.

Queda el registro.

MENOS DE 140. El presidente Peña Nieto tenía prisa por aclarar que no es amigo de Raúl Libien. Mandó ipso facto a Eduardo Sánchez a las redes.

 

 

Libertad de expresión

 

Agresiones contra periodistas o medios

 

“Reportera pagaba a periodistas para que se callaran”

 

El Universal

Redacción

17 de febrero de 2016

 

José Abella, dueño del diario El Buen Tono, acusa que la reportera estaba vinculada con grupos criminales

El propietario del diario El Buen Tono, José Abella, acusó que la reportera Anabel Salazar estaba vinculada con grupos criminales e incluso “cobraba piso”.

La periodista veracruzana fue asesinada la semana pasada y su cadáver hallado en territorio poblano con huellas de tortura.

En entrevista con Ciro Gómez Leyva para Radio Fórmula, Abella declaró que Anabel fue despedida de su medio de comunicación desde hacía ocho meses.

-¿Anabel estaba metida en la mafia?, se le cuestionó.

-Claro («) Sí estaba metida, por eso fue despedida hace ocho meses («) Traía hasta guaruras.

El dueño de El Buen Tono acusó que la reportera era quien le pagaba a los periodistas para que se “callaran la boca”.

«Era la que se encargaba de pagarle a los periodistas para que se callaran la boca, de la página roja, en la zona de Córdoba y Orizaba».

Detalló que “la mafia” le daba dinero a ella para que les pagara a los periodistas de la página roja para que no informaran lo que realmente pasaba en la región.

Agregó que Anabel “cobraba piso, traía guaruras y andaba en una jeep”.

También comentó que ella ganaba seis mil pesos y que el papá de uno de sus hijos era policía municipal de Ciudad Mendoza.

spb