Seleccionar página

30 de noviembre – Reforma

Guadalupe Loaeza
Desde que llegué a Guadalajara no salgo de la FIL. Es la biblioteca más grande del mundo. Aunque sé que se trata de la edición 24 de la Feria Internacional del Libro, imagino que soy dueña de todos esos libros. Imagino que me pertenecen y que lo único que me falta es tiempo para leerlos. Por lo pronto empecé con Marcial Maciel, historia de un criminal (Editorial Grijalbo) de Carmen Aristegui. Eran las tres de la mañana cuando cerré el libro. Como no podía dormir, lo volví a abrir y asqueada como estaba leí la parte final de la carta del sacerdote irlandés P. Peter F. Byrne L.C. al padre Álvaro Corcuera, director General de los Legionarios de Cristo, fechada el 27 de julio de 2010: «Todo sigue igual -hasta las malditas fotos del abusador en las paredes de las casas- para recordarnos las estructuras del poder que impuso el P. Maciel y que siguen vigentes hasta el día de hoy. Seguimos siendo víctimas del P. Maciel porque no tenemos ni Padre ni Pastor que nos saque de este pantano en el cual estamos metidos». Como no puedo dormir, mejor leo el libro de Jenaro Villamil, El sexenio de Televisa, Conjuras del poder mediático (Editorial Grijalbo). Mientras leía las múltiples historias secretas que allí se cuentan, tenía la impresión de que estaba metida dentro de una pesadilla. Cerré el libro y de pronto recuerdo lo que dijo Margo Glantz cuando recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances: «Me siento la Julia Roberts de la literatura». A lo que Alonso Lujambio respondió: «Quiero decirle a Margo Glantz que ella podría ser la Julia Roberts de la literatura, sí, por su belleza, pero ya quisiera Julia Roberts ser la Margo Glantz de Hollywood». Hasta allí hubiera estado muy bien el secretario de Educación. Lástima que en seguida se le ocurrió decir: «¿Me dejas ser tu Brad Pitt?» A mi manera de ver esto sobraba, además, que yo sepa, nunca fueron pareja. Pero él se veía muy contento de su conocimiento de la farándula. Por su parte, el presidente de la Feria, Raúl Padilla (con el pelo completamente blanco), habló del privilegio que resultaba que Castilla y León fuera la invitada de honor de este año y el hecho de que las 22 Academias de la Lengua Española se reunieran y presentaran las más recientes modificaciones a las reglas ortográficas. La mañana de la inauguración fue aplaudido tres veces, y con verdadero fervor, el rector de la UNAM. No hay duda, José Narro tiene cada vez más cartel entre públicos muy diversos.

Me encanta venir a la FIL. Creo que es lo único que funciona correctamente en el país. Cada año está más grande y en la organización e instalaciones de miles de stands se advierte más profesionalismo. Por ejemplo, en esta ocasión le pusieron especial acento a las editoriales nacionales e internacionales para niños. FIL NIÑOS tiene su propia sección con talleres, espectáculos de música, teatro de títeres, etcétera. Editores coreanos, franceses, alemanes, canadienses y españoles consideran que el mercado de América Latina es interesante, por eso no dudan en venir a la FIL de Guadalajara. Hay tantos y tantos libros para niños, que no sé por cuál decidirme para mis nietos, si por Democracia en el país de los monstruos, del autor coreano Seung-woo Ha de la editorial Castillo Grupo Macmillan, o por Ver pasar los patos de Toño Malpica, uno de los mejores escritores de México para niños, el cual trata de la vida cotidiana en el Distrito Federal a un año de la Revolución, o bien el best seller de esta misma casa editorial, El pan de la Guerra, a propósito de una niña que vive en Afganistán, bajo el régimen de los talibanes. Junto a mí observo cómo varios padres de familia juntan sus monedas para poder comprar aunque sea un libro para sus hijos. Cuando les entregan su paquete toda la familia se va feliz. Finalmente me inclino por un libro de la Editorial Océano, titulado: No juzgues a un libro por su portada. Mientras camino por los larguísimos corredores, descubro decenas de grupos de niños uniformados. Todos se ven muy interesados. Me da gusto y me digo que para eso sirven las ferias como la de Guadalajara, es decir, para conectar libros con los lectores, compradores con promotores e ilustradores.

Por fin, en medio de entrevistas y firma de libros, tengo un momento libre y corro al Auditorio Juan Rulfo, donde se llevará a cabo el homenaje de Carlos Monsiváis. De hecho está muy presente en la FIL, por donde quiera se ven pósters, caricaturas y fotografías del cronista. La sala está llena. Todo el mundo escucha con atención las intervenciones de Braulio Peralta, Sergio Pitol y por último la de Margo Glantz (más rejuvenecida que nunca), quien mencionó que tanto Villa como Monsiváis eran dos personajes que aparecían y reaparecían apropiándose de las características que definen a los fantasmas. «Como Monsi, Pancho Villa tenía una memoria impresionante; recordaba lugares, caras, indumentarias y combates con una precisión que dejaba a sus interlocutores con la boca abierta», recordó. «Es posible que yo siga su ejemplo. Cuando llegue allá arriba, lo primero que haré será saludar a Monsiváis. Lo veré redactando el prólogo de La Biblia. Usará una Montblanc con el fin de interpretar y corregir las sagradas escrituras», apuntó.

Que no quede la menor duda, por todo lo anterior, cada año que pasa sentimos la FIL más nuestra, y la FIL para niños, más suya.