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Cedida conscientemente al duopolio de la Televisión, como parte de las negociaciones electorales del 2006, la Comisión Federal de Telecomunicaciones es el mejor y a la vez el más patético ejemplo de la enorme fractura política que vive la transición mexicana. El órgano que presumiblemente regula a los operadores de telecomunicaciones junto con la SCT, y que en materia de radio y televisión lo hace de manera exclusiva —según lo ha vuelto a confirmar recientemente la SCJN—, está bajo control de Televisa y de TV Azteca, en ese orden. Capturado por los regulados, el Estado “soberano” sólo es testigo cómplice.

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