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De campañas y pifias

Zaira Ramírez

NTR El Diario de Guadalajara

25 abril 2015

 

El calendario es implacable. Hace 21 días comenzaron las campañas, el tiempo sigue su curso y los que parecen que siguen en la modorra son los candidatos en Jalisco. Entre los electores sigue el enfado generalizado y en las redes sociales se pueden encontrar uno que otro “golpe bajo” muy dirigido a ciertos candidatos.

Si hacemos un breve recuento de daños, tenemos arranques muy tibios por no decir de flojera. El PRI con mítines para mostrar músculo, eventos municipales en los primeros minutos del día 1, de  60 que durarán las campañas. El PAN con un evento con una exhibición de lucha libre donde la perdedora fue enmascarada azul. Mientras que MC decidió no hacer campaña el primer día, argumentando que eran “días de guardar”. En el caso del PRD, los candidatos apenas empiezan a encontrar su lugar.

Si tuviéramos que señalar qué eventos han marcado las campañas, podríamos afirmar que han sido dos y que los dos ocurrieron el 13 de abril, a siete días de iniciadas las campañas.
Por un lado, el escándalo del papá incómodo y por otro , la campaña del PRI en contra del candidato a diputado federal, Carlos Lomelí, con la diferencia que el segundo caso es como María la del Barrio reloaded, un refrito de refrito de refrito.

Dicen los que saben que el caso del padre del gobernador generó una caída estrepitosa en las preferencias para los candidatos del PRI, aunque quien más lo ha resentido es al aspirante a la alcaldía de Guadalajara, Ricardo Villanueva. Lo que le da una ventaja a Enrique Alfaro y respiración al panista, Alfonso Petersen, dicen algunas voces que los priistas están muy preocupados y que incluso se podría traducir en un penoso tercer lugar para el alfil de Aristóteles Sandoval en la perla tapatía. Los detractores de Villanueva incluso hablan de buscar otra opción como candidato.

La campaña de Villanueva tiene tintes de aquella fallida campaña de Fernando Guzmán. Coincidencias: fue el último en enterarse que no levantaba en las encuestas, su discurso a favor de la familia y de ser un hombre honesto, no logra empatía con la gente.

Pero los errores no han sido únicamente del candidato del PRI. MC y su historia de ciencia ficción también afectó su campaña. Enrique Alfaron fue objeto de burlas en redes sociales y en conversaciones de café con la denuncia de los drones que vigilaban su casa. El último error, fue aseverar que el PRI tiene comprados a los medios.

Del PAN mejor ni hablamos, si en el primer evento público, ni siquiera pudieron cuidar un detalle tan simple como que la enmascarada azul no perdiera la primera caída sin límite de tiempo. Los panistas hablan diferentes idiomas entre sí.

¿No se darán cuenta los candidatos, y sus asesores del hartazgo de los ciudadanos ante las pifias de los candidatos? ¿No será hora de que comiencen a cambiar su estrategia? El calendario es implacable y aunque para el ciudadano aún falta mucho tiempo para el 7 de junio, para los candidatos el reloj avanza.

 

 

Elecciones intermedias

Elecciones intermedias: democracia al garete

La Jornada Jalisco

La Jornada Jalisco

25 de abril del 2015

 

El domingo pasado arrancaron “oficialmente” las campañas electorales para las elecciones del próximo 7 de junio, la avalancha de publicidad que vivimos a finales del año pasado y principios de este solo formó parte de las “precampañas”. Paradojas de la democracia mexicana que no termina de nacer.

Van algunas reflexiones sobre el proceso electoral que viviremos los siguientes sesenta días, previos a la cita con las urnas el primer domingo de junio.

Lo que está en juego son 2 mil 051 puestos de elección popular conformados por 500 diputados federales; 639 diputados locales en 17 estados; 887 presidentes municipales y 16 jefes delegacionales en el Distrito Federal; y nueve gubernaturas en los estados de Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora.

El primer actor es el árbitro. El Instituto Nacional Electoral (INE) se estrenará en términos de contienda electoral el 7 de junio. Llega transformado, con nuevas facultades, con mayores responsabilidades, con nuevos integrantes, con mayor presupuesto, y con la incertidumbre de la ciudadanía sobre su verdadero alcance en la realización y fiscalización de las elecciones, así como en su “poder político y legal” para meter al aro a los partidos políticos. Para muchos el INE no tiene “dientes”. Sin más, el INE se juega su credibilidad y la viabilidad de su existencia bajo el esquema diseñado desde los poderes de la República para blindar las actuaciones partidistas en tiempos electorales.

Si bien, todos los partidos políticos buscarán ganar y ampliar sus parcelas de poder, y en ese intento perder lo mínimo, existen diferencias cualitativas y cuantitativas acerca de lo que pueden ganar o perder según sea el instituto del que se trate. En principio el PRI necesita ganar y ampliar su presencia en San Lázaro solo o con la ayuda del Partido Verde para lograr concretar las iniciativas peñistas de los primeros tres años, y de esa manera aligerarle la carga a Enrique Peña Nieto en el último tramo de su “gobierno”. Ello no es un asunto menor ni fácil de conseguir, recordemos que ni Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón consiguieron ganar la elección federal intermedia en sus sexenios. De no obtener una amplia votación, el Revolucionario Institucional no solo vería reducida su presencia en el Congreso de la Unión, sino en los Congresos locales y en varias presidencias municipales, con lo cual la última parte del sexenio se complicaría en demasía para los tricolores. De hecho, un escenario de esa naturaleza vendría a remover hasta los cimientos del Pacto por México y el uso que se le ha dado desde Los Pinos para sacar adelante las reformas “estructurales”.

Más allá de los puestos de elección popular, Acción Nacional se juega en estas elecciones la existencia misma de su proyecto partidista. A lo largo de su historia como partido de oposición tuvo su mejor momento en 2000 cuando le arrebató la presidencia al PRI, del tamaño de su hazaña, fue la desilusión de millones de mexicanos que lo llevó a mantenerse un sexenio más en el poder federal con apenas 0.56 % de diferencia en las votaciones de 2006, en unas elecciones marcadas por el fraude y la sospecha, para salir seis años después por la puerta trasera de la casa presidencial. A partir de 2012 las luchas intestinas de los blanquiazules los han puesto en la antesala de una desbandada y posible creación de nuevos institutos políticos. Por tal motivo, en este proceso electoral el PAN piensa más hacia adentro que hacia afuera, el triunfo que buscan es mantener unido al partido con miras a la elección de 2018, de lo contrario, un resultado negativo estaría sepultando sus esperanzas para regresar a la titularidad del Ejecutivo en tres años más.

Por su parte, el Partido de la Revolución Democrática tiene sus propios problemas que resolver: salir lo menos lastimado por la desbandada de miles de militantes en todo el país en apoyo del proyecto de Andrés Manuel López Obrador; enfrentar la irritación de la población por la participación de gobernantes salidos del sol azteca en la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero. De por sí en muchas zonas del país la presencia perredista es casi testimonial, de no superar esos escenarios, en algunos lugares estas realidades vendrían a poner en entre dicho la existencia misma del partido. En cuanto al Distrito Federal, el bastión perredista podría verse minado seriamente por las huestes lopezobradoristas.

Para Morena y Andrés Manuel López Obrador, su principal reto será desbancar al PRD para convertirse en la izquierda partidista que llegue a San Lázaro y a los congresos locales. Sin más, la cita de junio próximo para AMLO y su partido es el termómetro para saber cuál será su fuerza real de cara a las elecciones de 2018, donde seguramente el tabasqueño buscara por tercera vez la presidencia de la nación.

Por último, tendremos escenarios nuevos: candidaturas independientes, paridad de género en las candidaturas, nuevas causas de nulidad de una elección, nuevos partidos políticos, y tres claros focos rojos que pueden poner en entredicho la realización de la jornada electoral en Guerrero, Michoacán y Oaxaca.

Así las cosas, la temporada de compromisos fáciles de romper; promesas escurridizas sencillas de olvidar; violación sistemática de la ley electoral simple de maquillar; desvío de recursos públicos en beneficio de los candidatos “ampliamente justificados” por los gobiernos, acaba de comenzar para recordarnos que nuestra democracia sigue al garete.