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Por Juan Villoro
«No odies a los medios: conviértete en el medio», propone Jello Biafra, ex cantante del grupo Dead Kennedys y líder del Partido Verde de Estados Unidos. La frase alude a quienes no son nativos de la tribu digital e ignoran si podrán adaptarse a ella.
El mensaje de Biafra es compartido por David Weinberger, gurú de la Universidad de Harvard que ha estudiado las consecuencias morales del ciberespacio. Entre otras cosas, la informática ha traído un nuevo criterio de objetividad. En la Era del Papel las aseveraciones dependían de la autoridad del autor y del medio donde publicaba; equivalían a señales de alto en el tráfico, límites imposibles de traspasar. En la Era de los Links, la objetividad se basa en la transparencia, es decir, en establecer conexiones para verificar un dato o un juicio. Lo que antes requería de erudición y de una inmensa biblioteca ahora toma unos segundos. Poco a poco, la objetividad que no se funde en la
trasparencia será vista como arrogancia. Al subordinarse a la verificación, su
importancia mengua. Hoy en día, «la objetividad es un mecanismo para confiar cuando tu medio no puede hacer links», escribe Weinberger.

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